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Cuántos desasones, cuántos desvelos, cuántos momentos de temor, ella vivió por nosotros, en silencio, ella hacía rodar sus lágrimas gruesas de ilusiones rotas, ilusiones quebradas, sin embargo, ella se secaba su dolor y se esforzaba a continuar.
Mi madre, estaba al pie de mi cama con ternura, rascando mi cabeza, sonriendo benigna, mi madre, se dormía sentada esperando que los remedios me sanaran despacio, pero era mi consuelo el tenerla y mirarla para sentirme tan bendecido entre los seres de la tierra.


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